Formada pela Universidad Rafael Landívar como Designer Gráfica, através da arte consegue expressar a forma como visualiza a vida. Seu gosto pela simetria não a limita a experimentar, pois ao buscar novas formas de conceituar ideias consegue, desde um objeto cotidiano até as questões sociais, encontrar um outro olhar. Castro considera-se crente de si mesma e isto permite-lhe comunicar-se sem limites, visto que considera que a arte é uma forma de sobrevivência que lhe permitiu avançar, encontrar outros e a si mesma.

Na série fotográfica «El Pulté» 2016, faz-se uma intervenção da geometria de sombras projetadas sobre objetos e pessoas. Durante essa sequência fotográfica, a identidade de cada fotografia foi buscada sem a necessidade de um rosto humano. As cores frias contrastavam com a luz do meio-dia e a conotação fria na ausência do ser humano.

Também trabalha com a importância das mulheres através do tempo; dado que a obra «A beleza dói» (2018), leva elementos representativos da dor e das vivências das mulheres, como tachas machucando a pele de uma mulher que formam a palavra «Beleza», um metro de costura pendurado no pescoço de uma mulher e tachas no calcanhar de um pé referindo-se à dor de usar salto. Na obra «A mulher que transcende o tempo e as gerações» (2019), revela a importância da comunidade artística no momento de criação, no tomar referências de diferentes artistas e a importância de reconhecer sua importância. Neste trabalho inspira-se em Van Gogh e Frida Kahlo, o ouvido de Van Gogh, sua obra "Los Girasoles" e o rosto de Frida Kahlo. Ao mesmo tempo, compara o tradicional e o contemporâneo da arte, aludindo à importância da mulher na arte.

«Lendo as partituras do meu silêncio» 2020, alude à sua sensibilidade para com a música instrumental e materializa uma forma de colocar em palavras os sentimentos que não podem ser explicados. Isso traz à tona a ideia do corpo como veículo de sentimentos e memórias afetivas.

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Egresada de la Universidad Rafael Landívar como Diseñadora Gráfica, a través del arte logra expresar el modo en que visualiza la vida. Su afición a la simetría no le limita experimentar, pues mediante la búsqueda de nuevas maneras de conceptualizar ideas logra desde un objeto cotidiano hasta temas sociales, encontrar otra mirada. Castro se considera creyente de sí misma, esto le permite lograr comunicarse sin límites, pues considera que el arte es una manera de sobrevivencia que le ha permitido avanzar, encontrarse con otros y con ella misma.

En la serie fotográfica «El Pulté» 2016, se hace una intervención de la geometría en las sombras proyectadas sobre objetos y personas. Durante esta secuencia fotográfica se buscaba la identidad de cada fotografía sin la necesidad de un rostro humano. Los colores fríos contrastados con la luz del mediodía, y la connotación fría en la ausencia del ser humano.

También trabaja la importancia de la mujer a través del tiempo; puesto que la obra «La belleza duele» (2018), toma elementos representativos del dolor y vivencias de las mujeres, como tachuelas lastimando la piel de una mujer que forma la palabra «Beauty», un metro de costura ahorcando el cuello de una mujer y tachuelas en el calcáneo de un pie refiriéndose al dolor de utilizar tacones. En la obra «La mujer que trasciende en el tiempo y en las generaciones» (2019), revela la importancia de la colectividad dentro del arte al momento de crear, como lo es tomar referencias de distintos artistas y la importancia en reconocer a otros artistas. En esta obra toma a Van Gogh y Frida Kahlo, la oreja de Van Gogh y su obra «Los Girasoles» y el rostro de Frida Kahlo. A su vez, hace la comparativa de lo tradicional y contemporáneo del arte, haciendo alusión a la trascendencia de la mujer en el arte.

«Leyendo las partituras de mi silencio» 2020, alude a su sensibilidad hacia la música instrumental y materializa una forma de traer en palabras los sentimientos que no se pueden explicar. Eso trae la idea del cuerpo como vehículo de sensaciones y memorias afectivas.